Viajando a Londres... con cinco niños.




     El fin de año me pilló de viaje en Londres, primera escapada con toda la familia al extranjero. Planificado desde junio como única forma de conseguir buenos precios para las fechas navideñas, seis meses de anticipo suponían también un cierto riesgo de que algo truncase el viaje, sobre todo cuando viajamos siete, entre ellos un bebé que entonces aún no había cumplido un año. 


     Todo salió bien, es decir, todos estuvimos en buenas condiciones para viajar en fechas habituales de resfriado y gripe, aunque el viaje en sí fue movidito. Mi mujer y yo estuvimos en Londres al poco tiempo de casarnos, y no recordábamos tal aglomeración de gente por las calles y tiendas, pero claro, de eso hace más de dieciséis años, y era verano.
     De modo que, como en casi toda aventura, el balance es siempre positivo, pero en el desarrollo de la misma se pueden vivir situaciones complejas y que condicionan mucho el resultado del viaje.


PREPARATIVOS


     Nuestra amiga Cristina, de viajes Barceló, me comentaba hace poco que en todo viaje también hay que tener suerte, pues hay factores que pueden alterar el resultado por mucho que se haya planificado. Aún así, hay que prepararlo bien, y en nuestro caso, la ayuda de Cristina fue determinante para encontrar un alojamiento bien situado y  acondicionado, a un precio razonable. Mi consejo por lo tanto es que se acuda a profesionales a la hora de gestionar algo tan importante como es el "¿donde voy a dormir?".


     El asunto del vuelo se resuelve muy bien por internet, pero hay que anticiparse y estar pendiente de las ofertas. En nuestro caso, Easyjet fue la mejor opción. Importante tener en cuenta que en algunas ciudades hay varios aeropuertos, y hay que valorar la distancia a nuestro destino final y la combinación de transporte, puesto que puede haber mucha diferencia entre seleccionar un aeropuerto u otro.

     Respecto a la propia planificación de "qué hacer/qué ver" hay que mentalizarse de que un viaje con muchos niños es finalmente un viaje para niños; es decir, los padres nos dedicamos básicamente a la logística, y la prioridad es organizarse sobre todo para los desplazamientos evitando riesgos en las aglomeraciones (imaginaos el metro en hora punta llevando carrito de bebé y varios niños de la mano...).
     Las circunstancias mandan, y en nuestro caso, nos encontramos con que algunos museos o atracciones tenían permanentemente colas larguísimas imposibles de soportar con niños pequeños, de modo que no era cuestión de marcarse unos lugares imprescindibles a visitar, sino más bien hacer lo que se pudiese. Aún así, cuatro días completos dan para mucho, y salimos muy satisfachos del resultado. 

    El clima de esos días (ahí sí que hay que tener suerte), fue bastante bueno, pudiendo ver el sol casi todos los días y con un frío moderado para estas fechas, así que todo fue más llevadero. Pero no conviene fiarse de las predicciones y llevar ropa adecuada para todas las situaciones que puedan presentarse (en nuestro caso encontramos alguna ropa muy buena y barata en Decathlon).

      Para las comidas, el plan consistió en comprar lo básico para poder desayunar y cenar bien en el alojamiento (un apartamento con cocina), haciendo sólo una comida en la calle, normalmente en sitios de comida rápida. Supone sobre todo un ahorro importante, pues hacer todas las comidas en la calle en una ciudad tan cara no está al alcance de muchos bolsillos, especialmente si la familia es amplia.


   Otro de los aspectos que encarecen la estancia son los desplazamientos. Para una familia como la nuestra la alternativa más rentable fue el bono familiar con la tarjeta Oyster, que ponía a nuestra disposición toda la línea de metro y autobús urbano por unas 18 libras diarias (todos incluidos, claro).

     Para ir al grano, os haré una breve descripción de los sitios visitados en el transcurso de los días. Empecemos:


DÍA DE LLEGADA

     Salimos de Málaga a media mañana, por lo que llegamos a Londres al mediodía, pero el trámite de entrada y traslado al hotel consumió las pocas horas de sol. 
     Precisamente este traslado suscitaba muchas dudas, pues nuestro aeropuerto, Gatwick, dista algo más de una hora al centro de Londres, y las alternativas son varias. La más económica es el tren, con enlace a la estación de metro Victoria, pero los transbordos con tanto equipaje y niños no lo aconsejaban. Así que optamos por el traslado en taxi monovolumen.
     Una vez llegamos al destino apenas quedó tiempo para el alojamiento, hacer la compra para los desayunos y cenas, y tomar algo en una pizzería.



DÍA 1:
    
     HIDE PARK
      Situado a pocos metros del alojamiento, este inmenso pulmón de Londres nos recibió en un día frío pero muy soleado. Las ardillas, patos y paseantes, nos acompañaron toda la mañana.



    
     MUSEO DE HISTORIA NATURAL
     Uno de los museos clave para visitar, lo cual finalmente no pudimos hacer ante la cola kilométrica en la entrada. Una lástima, no sólo por el contenido, sino por la belleza del propio edificio y que sólo pudimos disfrutar desde el exterior.
     En su lugar nos fuimos a la pista de hielo que instalaron en un lateral, con menos colas y algo menos concurrida y donde los niños lo pasaron en grande.


    
    A la salida el frío arreciaba, y el sol comenzaba a ponerse; el hambre hizo presencia, sobre todo en la pequeña, y todos los locales de la zona estaban repletos. Finalmente encontramos refugio en un bar argentino subterráneo con muy buen ambiente y donde comimos muy bien (aunque acabé harto de escuchar tres veces el mismo disco de Calamaro).




     HARRODS



     No muy lejos de esta zona está situado uno de los grandes almacenes más famoso de Londres. Repleto en estas fechas navideñas, los pequeños se distrajeron especialmente con el diseño y la decoración interior, y no faltó la visita obligada a la sala de peluches del famoso oso de Harrods.

     Por el camino hacia Harrods, antes de la puesta de sol, pudimos contemplar la bella iluminación navideña de las calles. Luego, regreso "a casa" para descansar. 


DÍA 2:

     APLE STORE
     No estaba planificada la visita. Simplemente, caminando por Regent St., encontramos esta tienda y entramos por curiosidad. Diseño vanguardista que propició algunas fotos curiosas en los espejos de los escaparates; unos minutos y de nuevo a la calle.




      HAMLEYS
     
 Una de las visitas más esperadas por los pequeños era ésta. La tienda de juguetes más grande y conocida de Londres nos recibió con una aglomeración de gente que hacía algo incómodo el tránsito por sus siete plantas, especialmente a la hora de tomar un ascensor para subir el carrito de Marta. 

     Juguetes de todas las clases, muchos de ellos realmente novedosos y con una decoración preciosa hicieron la delicia de todos. Muy llamativos los personajes y muñecos gigantes hechos con piezas de Lego.



          Tras una comida rápida en Mc Donalds, ya con la tarde muy avanzada, nos dirigimos al metro para hacer el último recorrido del dia.

      
     LONDON EYE


     Una de las atracciones más demandadas por los turistas, tanto por lo espectacular en sí como por las vistas que se pueden contemplar; las colas, como era de esperar, eran insufribles, así que hicimos unas fotos y nos desplazamos a la máxima altura  de Londres: el edificio The Shard.   


       THE SHARD (La aguja)



       Así es como se llama coloquialmente a este colosal rascacielos, el más alto de Europa, y que cuenta con un vertiginoso ascensor cuyo ascenso, dicen, es toda una experiencia. Para nuestra sorpresa, las reservas anticipadas para entrar el edificio nos dejarían otra vez fuera. Teóricamente, se podía entrar libremente a la zona de los restaurantes, situadas en la planta 30, pero a partir de las 19 horas se prohíbe la entrada a bares y restaurantes a  los menores de edad, por lo que tampoco pudimos acceder.



     Aún así, la zona del puente de Londres propició un bonito paseo y unas fotos deliciosas antes de tomar el metro de regreso.




DÍA 3:

     CANDEM CITY



     Una de las zonas más atractivas turísticamente, muy aconsejado por los que lo han visitado. Este barrio algo alejado del centro nos recibió con su típico ambiente de puestos, mercados y tiendas. Casi todo tipo de souvenir y con el imprescindible regateo como forma básica de compra.



     MUSEO DE LAS CURIOSIDADES

     Una vez que "aterrizamos" en la céntrica zona de Picadilly, nos dirigidos a este sitio tan especial.

     Imprescindible para los niños, este divertido y curioso museo recoge los miles de souvenirs que el explorador británico  Ripley dejó como legado a su ciudad natal. Tan bonito y entretenido que merece un reportaje por sí solo, recorrerlo nos llevó toda la mañana, sin duda de lo mejor del viaje.




     PLANET HOLLYWOOD
     
     Elegimos este sitio para pasar la Nochevieja. Uno de los pocos lugares ambientados pensando también en el público joven, y es que no es mucho lo que ofrece esta ciudad para pasar la última noche del año con niños. De hecho, al ser poca la oferta, tuve que reservar con bastantes días de antelación. 



    La verdad es que la decoración y el ambiente merecieron la pena, así como el menú. Cogimos el primer turno de cena para poder tomar el metro antes de la medianoche. Hubiese sido bonito contemplar en directo los fuegos artificiales, pero el frío y las aglomeraciones eran temibles teniendo a los más pequeños con nosotros, así que los vimos en el apartamento.


DÍA 4:

     CATEDRAL DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE CRISTO DE WESTMINSTER
     Comenzamos el año asistiendo a Misa en el día de Santa María. Previamente elegimos esta bella catedral por ser el buque insignia de la Iglesia Católica en este país, aunque luego me di cuenta de que teníamos otro templo  católico cerca del apartamento.
    Iniciada la construcción en 1895, aún queda por terminar parte del interior, destacando la vistosidad del conjunto de estilo neo-bizantino, tanto por los materiales empleados como por la altura del campanario. 
     También había edificios muy curiosos en las calles colindantes.





     
     BIG BEN



     Uno de los enclaves turísticos por excelencia nos recibió con el tiempo algo desapacible. La belleza de todo el complejo es indiscutible, y gracias al "palo selfie" pudimos tomar una de las fotos más simpáticas (eso sí, imposible sacar el carrito de Marta).



     MUSEO TATE MODERN


     Uno de los sitios que sí tenía claro que quería visitar es este famoso centro de arte moderno. En enclave, y sobre todo el acceso peatonal a través del Millenium Bridge, lo hacían aún más apetecible.
    Al final, como no podía ser de otra forma, la visita al museo resultó un fiasco, pues de las "cosas" exhibidas, solamente algunas pocas grandes obras eran dignas de admiración. El alto porcentaje de chorradas desprovistas de sentido y sobre todo de mérito (algunas eran simples chapas industriales dobladas), eran un testimonio puro de lo absurdo que puede llegar a ser el arte moderno y contemporáneo.
    Por lo tanto, lo mejor de esta visita, las fotos de los alrededores.





     TIENDA DE VICTORIA SECRET

      Bueno, el absoluto fiasco de los tópicos llegó con la famosa 
"puntualidad británica". Resulta que después de un trecho andando, llegamos a esta tienda que podría haber dado material para un buen reportaje (jejeje...), y nos encontramos con que no dejaban entrar. Y no porque hubiésemos llegado tarde según su horario publicado en la web, sino porque ese día, sin previo aviso, adelantaban dos horas el cierre de la tienda. Así que... alguna foto exterior y de vuelta a pasear por Picadilly.


     HARCHARDS

     También tenía mucho interés en visitar la librería más grande y antigua de Londres, pues demás del interés general por los libros, tenía un encargo especial y era el sitio idóneo para encontrarlo. Esta vez sí hubo suerte y todo fue bien: pudimos entrar y encontré mi encargo, pero no un libro en el que yo tenía particular interés.

     TIENDA M&M

     Imprescindible visita para endulzarse un poco, tres plantas rodeados de chocolates de todas las formas y colores en un ambiente navideño que propicia el consumo de estas ricas golosinas. Tienda muy vistosa por fuera y por dentro.

      A la salida, una preciosa plaza ambientada con un parque de atracciones de lo más visual, navideño al 100%.



    Suficiente por hoy. Regresamos para descansar y empezar a hacer las maletas de vuelta.


DÍA DE REGRESO

    La mañana se consumió entre preparativos y desplazamiento al aeropuerto. Una espera algo más relajada de lo habitual hizo que nos despistásemos de la hora de embarque, y esa maldita manía de ahora... hay que estar pendiente de los monitores porque no se anuncia nada por megafonía, así que al final hubo que correr de lo lindo buscando la puerta de embarque.

     Feliz vuelo de regreso (más incómodo que la ida por el cansancio de la pequeña Marta), y por la noche ya estábamos en casa.


     Y eso es todo amigos.



     

     

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